jueves, 3 de noviembre de 2016

Mitos y/o leyendas



[Sací, el negrito de una sola pierna]

En una región de Río de Janeiro que antes era tan solo campo, había un señor, se llamaba Belarmindo, nosotros le llamábamos Sr. Mindo. Yo le he conocido en persona. Él tenía una casita de pescador, donde solíamos dormir cuando íbamos a pescar. Una noche nos dijo él: hoy es la noche de mi negrito, pero no os preocupéis, pues él viene, baila rápidamente la samba y silba, después se va. Nadie lo creyó, pero por la noche, de verdad vino el negrito y empezó a silbar. Nadie quería salir para ver, pero mi abuelo fue el primero en salir, por ser el mayor del grupo, así que los demás que estábamos allí en la casita, pusimos la cabeza para fuera de la puerta y vimos: ahí estaba el negrito, nos miró, bailo samba y desapareció.


[Fantasma del callejón]

Esta historia es de un chaval que vivía por el callejón y solía gritar cerca del oído de la gente. Una vez un hombre se enfadó con ese hecho y mató al chico con un arma de fuego. Hasta hoy, la calle está encantada. La gente que pasa por ahí cuenta que oye un grito, cerca del oído, pero nunca han visto nada.




[Otra del Sací]

Esta vez ocurrió cerca del autódromo de Jacarepaguá. Nosotros estábamos en la casa, donde vivía mi abuela, dormíamos en el salón, cuando oímos los perros ladrando. El salón tenía unas ventanas grandes de vidrio, pero no se veía nada a la calle, nada más se oían los ladridos fuertes de los perros. De pronto, uno de ellos fue arrojado contra el vidrio de la ventana. En este día nadie ha ido a mirar, pero todos sabíamos que era otra travesura de Sací.




[Fantasma de la chica del baño en la URJ]

Yo conocía esa historia desde 1994, cuando empecé a trabajar allá. Nunca había pasado conmigo, pero un día, estaba yo cerca del baño, cuando salió una chica desesperada. Ella había oído gritos. Mientras, la puerta seguía moviéndose (era de esas que pone ocupado y desocupado) y se movía rápidamente. Así que, yo también estaba asustado, no sabía que hacer, le pregunté quien era. Y luego una voz, desde dentro del baño, me contestó. Era una voz de mujer, o sea, un fantasma femenino. Pregunté a ella el motivo porque hacía aquello. Contestó que estaba presa, entonces le ayudé a abrir la puerta. No he visto a nadie, pero sí he oído, estoy seguro. Después de aquel día, nunca jamás supe de ella, creo que se ha resuelto el problema.

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